
Juro y perjuro que él es más guapo que el monstruito de ODIO
A ver cómo lo cuento con tantas limitaciones... ejem. Pues empiezo por el principio, que es lo más normal si quiero que me entendáis. El miércoles tuve una visita muy grata. Chico Gris y yo teníamos pendiente un café desde hacía ya algún tiempo; hablábamos (bueno, hablaba yo, porque él hablar lo que se dice hablar, habla poco) , hablábamos, decía, de tomar un café y charlar en persona, cara a cara, después de un año de tratarnos vía messenger y a través de nuestros respectivos blogs.
Reconozco que antes de la visita de Duna y Mari Carmen, o Mari Carmen y Duna, que lo mismo da que da lo mismo, me ponía bastante nerviosa la posibilidad de estos encuentros, pero la experiencia fue tan buena, que esos nervios se han esfumado y la perspectiva de recibir a amigos por primera vez me parece una maravilla.
Reconozco que antes de la visita de Duna y Mari Carmen, o Mari Carmen y Duna, que lo mismo da que da lo mismo, me ponía bastante nerviosa la posibilidad de estos encuentros, pero la experiencia fue tan buena, que esos nervios se han esfumado y la perspectiva de recibir a amigos por primera vez me parece una maravilla.
Al grano, que me enrollo con divagaciones. Decía que por fin el miércoles pudimos tomar ese café porque Chico Gris se tomó la molestia de hacer casi dos horas de camino para poder compartirlo.
Y aquí me atasco porque no estoy autorizada a decir lo encantador que es, y no quiere que cuelgue fotos, y si no puedo mostraros el documento gráfico y no puedo decir lo bien que me sentí compartiendo esas horas con una persona encantadora (y más callada que un muerto, eso también, pero como ya hablo yo por dos, pa qué...) a la que aprecio mucho, pues me diréis que para qué puñetas voy a seguir...
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