
Este año, el café rwandés se incluye en Starbucks. En la creación de una marca de café de calidad premium, a partir de un producto de consumo masivo y bajo rendimiento, participaron organismos de ayuda y empresas privadas.
Para saber cómo se transformó el café rwandés ordinario en una elección de gourmet, nos dirigimos a Schluter S.A. empresa de “cafetaleros africanos” que está en el negocio desde 1858. Philip Schluter, que forma parte de la sexta generación al frente de la empresa familiar con sede en Suiza, explicó el proceso a Forum de Comercio.
Tradicionalmente, el café rwandés se cultiva en pequeñas chacras. Hasta hace poco, los minifundistas escogían los frutos maduros (los granos de café en bruto) y usaban un molinillo manual para pelarlos o, en el peor de los casos, piedras. Después secaban la pulpa, que fermentaba en un pequeño recipiente con agua y se secaba al sol. Un minifundista lo dejaba fermentar 18 horas y otro 48, unos usaban agua sucia y otros limpia, según dónde estuvieran, por lo cual, la calidad del café variaba mucho. Lo enviaban en cantidades muy pequeñas de “pergamino” (granos todavía recubiertos por una capa denominada pergamino) a una estación central de compra, donde se distribuía en lotes comercializados, se descascarillaba en la fábrica y se exportaba.
El café obtenido, debido a las diferencias en la calidad del agua, el tiempo de fermentación, etc., era de calidad industrial. Se exportaba, fundamentalmente a grandes tostadores industriales, como Rwanda Ordinario y Rwanda Standard, lo que probablemente no sea un buen ejemplo de denominación. Esta era la situación de todo el café rwandés hasta 2000.
(El resto en ...
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